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En el año 2020 comenzó una crisis mundial de salud que afecta a toda la sociedad humana, esta crisis es un evento en el que el virus más que una causa en realidad es un síntoma que hace evidentes factores que ya estaban presentes de antemano. Nuestro crecimiento y desarrollo han invadido todos los rincones del planeta, modificándolo y alterando los entornos y los procesos naturales. El avance de la tecnología, la sobrepoblación mundial, la explotación de los recursos naturales, los intereses comerciales expansivos, la urbanización, la desigualdad y otros factores han creado una gran red de interacciones de todo tipo a nivel planetario.

La pandemia es una muy intensa experiencia global, no es la primera que tenemos, pero tal vez sea la más fuerte. Ya hemos tenido experiencias con otras enfermedades como la peste, también las crisis económicas y migratorias, también hemos experimentado cambios climáticos. Está claro que somos demasiados y que nuestras acciones afectan a todos y a todo el planeta. Cada día estamos más globalizados y todas las redes globales de todo tipo, positivas como el internet y negativas como la contaminación son parte del mismo problema. La interconexión permite que las cosas se propaguen a nivel global. La pandemia no es un evento aislado y superándola no se resuelven los problemas globales. Es un indicador de que una red global de población cada vez más grande y conectada trae crisis y problemas globales cada vez más graves y difíciles de superar.

La sociedad es un tren en marcha que no se puede detener, el proceso de transformación de nuestro entorno y de nosotros mismos es irreversible y la tecnología es el medio para poder seguir adelante. Nos encontramos en una transición de lo natural a lo artificial. Es muy difícil definir una frontera entre ambos, pero es real, la artificialización existe y genera problemas artificiales para los cuales hay que encontrar soluciones artificiales. La solución al problema del virus está en vacunas y medicamentos que provienen del desarrollo científico y tecnológico. El futuro que se presenta ante nosotros plantea varias interrogantes y una de ellas es: ¿Cómo encontrar un equilibrio y al mismo tiempo seguir creciendo y generando más y más riqueza explotando el planeta y aumentando nuestra población sin límites sin tener consecuencias negativas?

Mi respuesta es que la naturaleza de lo artificial debería de sincronizarse con la naturaleza de lo natural o desapareceremos. Reflexiones de este tipo cada día son más necesarias ante lo que estamos viviendo.

La creación y desarrollo del proyecto SEED es una actitud en respuesta a las circunstancias actuales. En vez de permanecer en el encierro o confinamiento causado por la pandemia en una sociedad en contingencia, el proyecto se desarrolla afuera y lejos de la civilización a modo de una vida alternativa no urbana en el espacio geográfico abierto del desierto del norte de México. La actitud de la búsqueda de reconexión con la naturaleza es una reacción natural ante las crisis urbanas, la acción performativa marca un extremo que sugiere la reflexión seria sobre el cómo nos relacionamos con la Tierra.

El proyecto SEED es una investigación orientada a la observación de la Tierra y de los ciclos vitales naturales relacionados con la vida de las plantas desde la óptica de la complejidad. Los procesos se analizan como sistemas complejos que son análogos a otros sistemas complejos permitiendo hacer correlaciones. Los ciclos de la siembra, germinado, crecimiento y cosecha de las plantas son un vínculo con el mundo externo, por otro lado, los procesos analíticos y mentales enfocados en las funciones del lenguaje conforman un vínculo con el mundo interno. Ambas investigaciones se combinan y se integran mediante las obras de arte.

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