ALGO SOBRE LAND-ART
LA TIERRA SE LLAMA GAIA
El concepto de Gaia proviene de los antiguos griegos y significa madre tierra, pero dicho concepto proviene de civilizaciones más remotas asociadas con lo que hoy es la India y el medio oriente.
Mi experiencia en el desierto ha sucedido todo el tiempo sobre la superficie de la tierra. El diálogo con la tierra ha sido muy intenso y me fui dando cuenta de que la tierra es un ser vivo de una naturaleza distinta que los seres orgánicos. La vitalidad de la tierra no es nada más el conjunto de lo que llamamos biósfera. Es un gran ser cuyos ciclos y tiempos son mucho más grandes que los nuestros. Diferentes maneras y diferentes técnicas me ayudaron a investigar este hecho y convencerme de ello.
Nosotros habitamos sobre la superficie de Gaia y esta superficie no es regular, la topografía y la geografía son de una riqueza formidable. La salida del laberinto me permitió observar que sobre la superficie terrestre hay distribuidos de manera aparentemente irregular una serie de puntos que son salidas de energía electromagnética de la tierra, de hecho las características de la geografía, los valles y las montañas son expresiones exactas de las fuerzas que actúan desde el interior de la tierra y de las modificaciones que ejerce el clima y la atmósfera. Lo mismo los ejes electromagnéticos responden a las fuerzas interiores del planeta. Por ejemplo los volcanes que son como válvulas de alivio de enormes fuerzas magmáticas también son salidas de energía electromagnética.
Descubrí que por miles de años las civilizaciones prehistóricas y antiguas establecieron sus lugares sagrados y sus ciudades justamente encima de ejes importantes de emisión de energía electromagnética de la tierra. Formando un gran tejido hecho por nodos y líneas como una gran red que abarca todo el planeta.
En ese momento los límites del desierto desaparecieron y las líneas me conectaron con todo el planeta. Y comencé a realizar una actividad de investigación al respecto desde la técnica empírica de la experiencia directa. Descubrí que las distancias entre los puntos son caminables en una sola jornada, generalmente una larga y exhaustiva jornada y que al lograr caminar de un punto a otro, sin hacer pausa para dormir en el camino, al llegar al punto preciso, la propia energía del cuerpo y el cansancio son restaurados en gran medida, y del modo contario en detenerse a descansar antes de tiempo genera un mucho mayor agotamiento. A partir de ello y el descubrimiento de otras propiedades de esos puntos y de esos canales que los conectan comencé a realizar un trabajo artístico metafísico de activación consciente de esos puntos mediante instalaciones land–art realizadas sobre dichos puntos. Con materiales del sitio y formando símbolos revelados en el sitio comencé a construir una serie de instalaciones ofrenda sobre la superficie terrestre. Ello me llevó a muchos puntos muy lejanos del desierto del cual partí. Ese trabajo lo he nombrado como geo-acupuntura, donde la aguja es uno mismo y la intención es la de desbloquear los canales de flujo de energía electromagnética de la tierra tal y como lo hace el médico acupunturista con el desbloqueo de los canales y meridianos del cuerpo humano.
Este trabajo me ha funcionado simultáneamente en la escuela del desierto y en el territorio profesional del arte contemporáneo al cual pertenezco.
EL LENGUAJE MADRE UNIVERSAL,
Y LA OFRENDA COMO DIÁLOGO CON LA TIERRA Y EL CIELO
EL LAND-ART COMO OFRENDA
Para mí el land-art es una manera de ofrenda que sirve para conectarse con la Tierra, voy a explicar un poco que es lo que pienso:
El lenguaje es una función superior del órgano superior que es el cerebro y nos permite procesar, analizar, almacenar y comunicar ideas, funcionando como una pieza esencial en la generación del conocimiento y su transmisión. Nacemos con una serie de patrones predeterminados a incorporar distintos tipos y niveles de lenguaje capacitándonos a asimilar cualquier código cultural determinado por el entorno en el cual nos desarrollemos.
El acto de realizar ofrendas se ha presentado en las distintas culturas y civilizaciones en todos los continentes por miles de años. Los protocolos y técnicas específicas de la realización de las ofrendas han evolucionado y se han mantenido ligados a las características culturales específicas de cada lugar y momento histórico. De este modo en cada contexto cultural los esquemas mitológicos, cosmológicos y religiosos ofrecen caminos estructurados y métodos específicos para realizar las ofrendas. Por ejemplo cuando se muere un ser querido nos gusta ofrecer flores al difunto y quienes van a la iglesia gustan ofrecer velas a los santos o respectivas divinidades.
Pero el acto interior que se convierte en una necesidad y que hace que esa necesidad se convierta en una acción espontánea que consiste en dar algo, es un acto natural de la conciencia humana que reacciona y surge por diferentes interelaciones y vivencias, que son experiencias que efectivamente se traducen en un recogimiento interior que de ahí parte y se manifiesta como un deseo de dar algo.
Cuando llegamos a tener una experiencia conmovedora es posible que surja el deseo de dar algo a cambio. En cierto sentido es una manera de dar gracias y no necesariamente debe de estar ligado a algo divino. Tal vez el contemplar un atardecer especial puede ser suficiente motivo para tener el deseo de prender una vela. Y si no practicamos un protocolo cultural particular ello no impide que podamos prender esa vela. La necesidad y efecto de dicho acto son lo mismo. Incluso si el acto solamente proviene de una necesidad interior y no es una mera actuación mecánica por imitación o deberes definidos por el cumplimiento de normas sociales predeterminadas, entonces puede ser mucho más fuerte y claro y en consecuencia más efectivo.
Los rituales y ceremonias mediante los cuales se realizan las ofrendas son modos de lenguaje con sus símbolos, valores y reglas.
Finalmente el mecanismo es muy simple; las experiencias pueden generar la necesidad de la ofrenda, y la ofrenda tiende hilos que se conectan con cosas que están más allá de nosotros. Se convierten en un lenguaje que pretende establecer un diálogo con diferentes entes. Desde los antepasados hasta el mar, el sol o dios.
No importa que desde un juicio racional el interlocutor sea fruto de la imaginación, suponiendo que ni los antepasados, ni el mar ni el sol ni dios van a recibir nuestro mensaje, de todos modos la necesidad es la misma y la trascendencia de la experiencia también.
Creo que muchos nos ha sucedido que nos sorprendemos ante alguna manifestación de la naturaleza la cual es magnífica y se expresa de muchas formas. El desierto me fomentó una reverencia especial por la tierra y el universo y ello generó la necesidad de ofrendar cosas, ya sean objetos o acciones. Y la parte interesante fue observar que lo que uno da tiene un efecto que uno recibe. Como si lo que damos en realidad se proyectara en un espejo y nos regresara. Al darme cuenta asumí el experimento de aumentar el monto de lo ofrecido y comprobar el monto de lo obtenido y así fue. Entonces comenzó un diálogo con la naturaleza.
La naturaleza es un todo de sistemas de sistemas concéntricos estructurados en muchas escalas, niveles y dimensiones y funciona dinámicamente al mismo tiempo y todo el tiempo siempre cambiando.
Desde los tiempos primitivos hemos estado expuestos a todos los fenómenos de la naturaleza, al clima, al sol, a la lluvia a los insectos, a los animales y a todo lo que se manifiesta. El conjunto de la fenomenología es un especie de lenguaje que se vale de los diferentes seres vivos y fenómenos para comunicarse. Llamo a ese lenguaje se llama lenguaje madre universal.
En la experiencia de establecer un diálogo con la tierra el lenguaje madre universal es el recurso de la tierra para comunicarse con uno. En forma de animal o de planta, o de rayo o viento, se expresa y transmite significados profundos. En su capacidad simbólica alberga múltiples niveles de significación dependiendo del grado de consciencia de quien lo percibe.
Las pinturas rupestres, los rituales y las ceremonias, los mitos y las ofrendas son vías de acceso a un diálogo con la naturaleza. Y la naturaleza accede a nosotros por medio del lenguaje madre universal.
El land–art es una vía de acceso a dialogar por medio del lenguaje madre universal.
EL ARTE DE LA TIERRA, LAND-ART
La realidad depende del ojo con el cual se mira. Conforme cambiamos cambia lo que observamos.
En el desierto aprendí que la tierra y el cielo son un gran libro abierto de la historia del universo y de todas las cosas. Todas las cosas son expresión y resultado de causas y fuerzas que así se manifiestan, como por ejemplo una montaña expresa las fuerzas geofísicas que actúan desde debajo de ella y forman la montaña. Todo es al mismo tiempo lo que es y la historia de las causas que hay detrás de lo que es, una larga historia que se remonta hacia atrás hasta el origen del mismo cosmos.
En cualquier tipo de conocimiento la ignorancia es la que hace que el conocimiento sea hermético. El conocimiento está ahí grabado en cada grano de polvo, lo sepamos comprender o no.
Lo que observamos existe al poner atención en ello y se crea una imagen adentro de nuestra mente, es un espejo que necesita de los dos lados para existir; el adentro y el afuera, uno crea al otro y viceversa y conforme se transforma uno hace que se transforme el otro. Por esto los alquimistas sostenían que “como es arriba es abajo”
Y la transformación interior tendría que implicar la capacidad de la transformación exterior tratándose de la materia. Convirtiendo el plomo en oro tanto a nivel espiritual como material.
Conociendo el mundo nos formamos y nos conocemos a nosotros mismos. El entorno geográfico y climático inmediato es nuestro primer y más directo contacto con lo real, y de ese contacto surge la historia del conocimiento y del desarrollo de la consciencia. Cada manifestación es una letra de un alfabeto infinito que se estructura en múltiples niveles de lenguajes y de sintaxis.
Mediante las intervenciones de instalaciones de arte de la tierra establecí un diálogo con ese lenguaje. Profundizando cada vez más en un mundo en el cual la revelación de los lugares geográficos es en realidad una revelación de lugares interiores, el cuerpo de la tierra se convierte en el propio cuerpo y su piel en le propia piel, los signos trazados sobre su superficie son tatuajes con significados ligados a la mismo aprendizaje descifrado en cada evento y cada acción.
El lienzo del pintor es entonces la superficie de la tierra que es el reflejo del propio cuerpo. Los puntos sensibles son las aristas de un gran cristal, son los nodos claves de una red. Son los chacras del organismo terrestre. Así surgió la idea de realizar un trabajo de autoanálisis de la consciencia terrestre llamado geo-acupuntura.
Para mí la acción de hacer land-art es un trabajo de geo-acupuntura que sirve a la Tierra a sanar porque la Tierra es un gran ser vivo.